VIAJE A LA INDIA
Para este proyecto, el alumno escogió dos de las tres fábulas Hindúes para realizarlo en ilustración a doble página y presentarlo junto con el texto.
EL ASNO DISFRAZADO CON PIEL DE TIGRE.Habia en Hastinapura un tintorero que había venido sirviéndose de un asno durante muchos años para transportar pesados fardos; el pobre animal, ya viejo y débil, era incapaz de prestar ningún servicio. Su dueño reconocía que sería una vileza matarlo ; pero no podía tenerlo en su poder puesto que para nada le servía. Entonces lo vistió con una piel de tigre y lo dejó en medio de un campo de trigo próximo a un bosque. Los propietarios del campo, al verlo desde distancia, creyeron que era un tigre y huyeron a todo escape.El asno comía trigo y pasaba felices los días.
Pero un campesino encargado de cuidar los trigos se cubrió con un traje hecho de tela gris, se armó con un arco y permaneció, en forma de cuadrúpedo, alejado del sitio en que estaba el asno.Este lo vió desde lejos, creyó que era una hembra de su misma especie y se puso a rebuznar de alegría.
Al oirlo, el hombre comprendió lo que ya se había figurado, que el señor tigre no era más que un asno. Le disparó y lo mató.
A pillo, pillo y medio.
EL ORO Y LAS RATAS.
Había una vez un rico mercader que, a punto de hacer un largo viaje, tomó sus precauciones.
Antes de partir quiso asegurarse de que su fortuna en lingotes de oro estaría a buen recaudo y se la confió a quien creía un buen amigo.
Pasó el tiempo, el viajero volvió y lo primero que hizo fue ir a recuperar su fortuna.Pero le esperaba una gran sorpresa.
-¡Malas noticias! -anunció el amigo-. Guardé tus lingotes en un cofre bajo siete llaves sin saber que en mi casa había ratas. ¿Te imaginas lo que pasó?
-No lo imagino -repuso el mercader.
-Las ratas agujerearon el cofre y se comieron el oro. ¡Esos animales son capaces de devorarlo todo!-¡Qué desgracia! -se lamentó el mercader-. Estoy completamente arruinado, pero no te sientas culpable, ¡todo ha sido por causa de esa plaga!
Sin demostrar sospecha alguna, antes de marcharse invitó al amigo a comer en su casa al día siguiente.
Pero, después de despedirse, visitó el establo y, sin que lo vieran, se llevó el mejor caballo que encontró.Cuando llegó a su casa ocultó al animal en los fondos.
Al día siguiente, el convidado llegó con cara de disgusto.
-Perdona mi mal humor -dijo-, pero acabo de sufrir una gran pérdida: desapareció el mejor de mis caballos.
-Lo busqué por el campo y el bosque pero se lo ha tragado la tierra.
-¿Es posible? -dijo el mercader simulando inocencia-. ¿No se lo habrá llevado la lechuza?
-¿Qué dices?
-Casualmente anoche, a la luz de la luna, vi volar una lechuza llevando entre sus patas un hermoso caballo.
-¡Qué tontería! -se enojó el otro. ¡Dónde se ha visto, un ave que no pesa nada, alzarse con una bestia de cientos de kilos!-Todo es posible -señaló el mercader-. En un pueblo donde las ratas comen oro, ¿porqué te asombra que las lechuzas roben caballos?
El mal amigo, rojo de vergüenza, confesó que había mentido. El oro volvió a su dueño y el caballo a su establo.
Hubo disculpas y perdón.
Y hubo un tramposo que supo lo que es caer en su propia trampa.
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